08 marzo 2006

Comamonos el Buey... Solos


Hace unos buenos días atrás el señor Monckeberg (RN), señalo que la concertación debía “comerse solo el buey”, aludiendo llanamente al Pilatesco lavado de manos frente a los errores que pudiese cometer la concertación respecto del manejo político en el gobierno de la señora Bachelet. Monckeberg francamente idiota, nos habla de la falta de progreso presente y de sus lineamientos futuros respecto del tan anhelado desarrollo del bien público (espero que sean estos absolutamente personales). La clase política, mas allá de seguir denostando su labor debiese ser la primera línea de combate al tedio publico provocado por el ostracismo propio en las conductas, manejos y elaboraciones de recursos de bien público. Tanto la alianza como la concertación (esta en un grado menor), nos premian día a día con formas extrañas en la comunicación de nuestra peor o mejor situación diaria. Desarrollo económico, salud publica, educación, redistribución de ingresos, en fin la lista es ya conocida por todos, y todos nos comemos diariamente nuestro propio buey.

Han pasado casi tres meses de este nuevo 2006, la primera lectura del año fue el mensaje del Presidente de la Republica Italiana Carlo Azeglio Ciampi, solo por que el “Corriere della Sera” fue lo primero que pude leer. Me llamo profundamente la atención, la fuerza política de sus palabras en cuestiones comunes. No obstante, las grandes diferencias en cuanto a desarrollo de políticas publicas, económicas o políticas, sin embargo, las cuestiones de voluntad, interés ciudadano y creativo son siempre de lengua común. “las instituciones pertenecen a todos, y todos deben poder reconocerse en ellas no obstante de la dialéctica de los partidos políticos”,

Cada uno de nosotros debe actuar con profundo sentido del Estado, teniendo como único propósito el bien publico, imponiendo el respeto no solo de las leyes, si no también del complejo de las normas ético sociales, que disciplinan el ejercicio de cada una de las publicas funciones, teniendo como referencia ultima la propia conciencia. Es esto para mí el significado más verdadero de la dignidad en el ejercicio y el desarrollo de cualquier profesión. Únicamente actuando con este espíritu se refuerza el prestigio de las instituciones”. Si lo se, esto es perfectamente atribuible a algún concertacionista falto de espíritu, pero que la critica a los gestores no sea una cuestión permanente por favor.

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